SACUDID EL POLVO DE VUESTRAS SANDALIAS
Mateo 10, 14
καὶ ὃς ἂν μὴ δέξηται ὑμᾶς μηδὲ ἀκούσῃ τοὺς λόγους ὑμῶν, ἐξερχόμενοι ἔξω τῆς οἰκίας ἢ τῆς πόλεως ἐκείνης ἐκτινάξατε τὸν κονιορτὸν τῶν ποδῶν ὑμῶν.
Et
quicumque non receperit vos neque audierit sermones vestros, exeuntes foras de
domo vel de civitate illa, excutite pulverem de pedibus vestris.
Y si
alguno no recibiera ni escuchara vuestras palabras, saliéndoos afuera de
aquella casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.
Sacudirse el polvo de los pies era una
señal de no tener más responsabilidad por el lugar donde se había levantado el
polvo, dejando así esa zona para el juicio de Dios (Mateo 10, 14; Lucas 9, 5;
10, 11; Hechos 13, 51).
La frase de Jesús sobre el marcharse
sacudiéndose el polvo de los pies cuando no son recibidos, debía servir para
hacer entender a la gente que los apóstoles no habían ido por interés, para
sacarles dinero u otras cosas; que, más aún, no querían llevarse ni siquiera su
polvo. Habían acudido por su salvación y, rechazándoles, se privaban a sí
mismos del mayor bien del mundo.
Sacudirse el polvo de los pies
Los lectores de este espacio ya saben que, de
cuando en cuando, nos gusta referirnos a las lecturas de la liturgia dominical
cristiana, o a otros personajes relacionados con la Biblia o los evangelios,
por varios motivos:
- por sus contenidos morfológicos, sintácticos o
léxicos de su griego original.
- por sus contenidos teológicos o cristológicos,
que creemos de valor para la actualidad.
- por sus referencias a hechos, situaciones,
personajes o expresiones que nos parece importante recordar.
Hoy se lee en la liturgia de este cuarto Domingo de
Pascua un texto de los Hechos de los Apóstoles que hace referencia a un gesto
habitual y muy expresivo de la antigua Palestina: sacudirse el polvo de los
pies.
Los judíos, al regresar de un país pagano y entrar
en Palestina, tenían por costumbre sacudirse las sandalias y la ropa
antes de entrar, para no contaminar su tierra con el polvo de los países
extranjeros.
Sobre el polvo en la Biblia unas breves notas:
En hebreo polvo se dice “avaq, aphar”; en griego: κονίορτος, χοῦς, κόνις.
En el clima cálido y seco del antiguo Oriente
Próximo, el polvo era una realidad que ocasionaba prácticas tales como lavarse
los pies al entrar en una casa (Juan 13 1, 17). Simbólicamente echarse polvo en
la cabeza era una señal común de duelo o arrepentimiento (Job 2, 12;
Apocalipsis 18, 19). Sacudirse el polvo de los pies era una señal de no tener
más responsabilidad por el lugar donde se había levantado el polvo, dejando así
esa zona para el juicio de Dios (Mateo 10, 14; Lucas 9, 5; 10, 11; Hechos 13,
51).
Al decir que los seres humanos eran de polvo (1
Corintios 15, 47-49), Pablo se estaba haciendo eco de un tema fuerte del
Antiguo Testamento que dice que el hombre fue hecho del polvo y vuelve al polvo
(Génesis 2, 7; 3, 19; Job 4, 19; 17, 16).
El texto de los Hechos tiene un precedente en Mateo
10, 14, en la perícopa que
trata sobre las instrucciones a los Doce en su misión:
καὶ ὃς ἂν μὴ δέξηται ὑμᾶς μηδὲ ἀκούσῃ τοὺς λόγους ὑμῶν, ἐξερχόμενοι ἔξω τῆς οἰκίας ἢ τῆς πόλεως ἐκείνης ἐκτινάξατε τὸν κονιορτὸν τῶν ποδῶν ὑμῶν.
Et quicumque non receperit vos neque
audierit sermones vestros, exeuntes foras de domo vel de civitate illa,
excutite pulverem de pedibus vestris.
Y si alguno no recibiera ni escuchara
vuestras palabras, saliéndoos afuera de aquella casa o ciudad, sacudid el polvo
de vuestros pies.
Es curioso cómo Mateo usa el mismo verbo en
imperativo de aoristo (ἐκτινάξατε) que Lucas usa en Hechos como
participio, también de aoristo, en voz media (ἐκτιναξάμενοι). El
verbo es ἐκτινάσσω “quitar
sacudiendo, sacudirse”. El mismo verbo, y el mismo sustantivo para polvo (κονιορτός).
La frase de Jesús sobre el marcharse sacudiéndose
el polvo de los pies cuando no son recibidos, debía servir para hacer entender
a la gente que los apóstoles no habían ido por interés, para sacarles dinero u
otras cosas; que, más aún, no querían llevarse ni siquiera su polvo. Habían
acudido por su salvación y, rechazándoles, se privaban a sí mismos del mayor
bien del mundo.
El segundo evangelista, Marcos 6, 11, también
recoge la expresión, también aquí inserto en la perícopa de la misión de los
apóstoles:
καὶ προσκαλεῖται τοὺς δώδεκα, καὶ ἤρξατο αὐτοὺς ἀποστέλλειν δύο δύο, καὶ ἐδίδου αὐτοῖς ἐξουσίαν τῶν πνευμάτων τῶν ἀκαθάρτων, καὶ παρήγγειλεν αὐτοῖς ἵνα μηδὲν αἴρωσιν εἰς ὁδὸν εἰ μὴ ῥάβδον μόνον, μὴ ἄρτον, μὴ πήραν, μὴ εἰς τὴν ζώνην χαλκόν, ἀλλὰ ὑποδεδεμένους σανδάλια καὶ μὴ ἐνδύσησθε δύο χιτῶνας.
καὶ ἔλεγεν αὐτοῖς ῞Οπου ἐὰν εἰσέλθητε εἰς οἰκίαν, ἐκεῖ μένετε ἕως ἂν ἐξέλθητε ἐκεῖθεν. καὶ ὃς ἂν τόπος μὴ δέξηται ὑμᾶς μηδὲ ἀκούσωσιν ὑμῶν, ἐκπορευόμενοι ἐκεῖθεν ἐκτινάξατε τὸν χοῦν τὸν ὑποκάτω τῶν ποδῶν ὑμῶν εἰς μαρτύριον αὐτοῖς.
Et vocavit Duodecim: et coepit eos
mittere binos, et dabat illis potestatem in spiritus immundos; et præcepit eis
ne quid tollerent in via, nisi virgam tantum: non peram, non panem, neque in
zona aes, sed calceatos sandaliis et ne induerentur duabus tunicis. Et dicebat
eis: “Quocumque introieritis in domum, illic manete donec exeatis inde. Et
quicumque locus non receperit vos nec audierint vos, exeuntes inde excutite
pulverem de pedibus vestris in testimonium illis.
Y llama a los Doce, y empezó a
enviarlos de dos a dos, y les daba potestad sobre los espíritus inmundos; y les
ordenó que nada tomasen para el camino sino un bastón solamente, no pan, no
alforja, no calderilla en la faja; sino calzados con sandalias, y que no
vistiesen dos túnicas. Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa,
quedaos allí hasta que salgáis de aquel lugar. Y si algún lugar no os acogiera,
y no os escucharan, saliendo de allí sacudid el polvo de debajo de vuestros
pies como testimonio contra ellos.
Marcos usa otra palabra para polvo (χοῦς), pero
el mismo imperativo que Mateo (ἐκτινάξατε), y hace una variación respecto
a Mateo, que decía: τῶν ποδῶν ὑμῶν (de vuestros pies);
Marcos, en cambio, dice: τὸν ὑποκάτω τῶν ποδῶν ὑμῶν (el de
debajo de vuestros pies). Pero, sobre todo, añade la expresión: εἰς
μαρτύριον αὐτοῖς (in
testimonium illis, como testimonio contra ellos).
Termina, pues, la instrucción de Jesús a sus
enviados con el símbolo de “sacudirse el polvo de los pies”. Es una
forma de expresar, con un gesto, que la Buena Noticia que están llamados a
proclamar sus enviados, puede ser rechazada en determinados ambientes, pero no
por ello deben ellos desanimarse en su trabajo. Por el contrario, deben buscar
otros horizontes, con nuevos ánimos y dejando atrás todo lo que les impida proseguir
su tarea evangelizadora. Quienes no acojan el mensaje de salvación serán como
los que dejan pasar la oportunidad sin aprovecharla. Peor para ellos.
Sacudirse el polvo de los pies
significa romper relaciones, pero sin guardar odio. Hay mucho campo abierto.
Hay mucha mies por delante. El sentido del fracaso es extraño a los
enviados. Se trata de dejar asentado, testimoniado, el rechazo de quienes no
quieren tener nada que ver con la predicación de los Doce. Por ello los
predicadores deberán alejarse de ellos, dejando claro que no son de esas
personas, con las que no están en comunión. De este modo resplandece la fuerza
de la predicación, que no es una cuestión cualquiera, opinable y discutible,
que se puede aceptar o rechazar como cualquier otra opinión. La predicación de
los Doce exige adhesión y por ello, ante un eventual rechazo ellos no
deben insistir (Mc 6, 11) ni mendigar pacientemente simpatías. El
evangelio es un don que sitúa a los hombres ante una decisión
ineludible.
El tercer evangelista, Lucas 9, 5, presenta alguna
variación:
καὶ ὅσοι ἂν μὴ δέχωνται ὑμᾶς, ἐξερχόμενοι ἀπὸ τῆς πόλεως ἐκείνης τὸν κονιορτὸν ἀπὸ τῶν ποδῶν ὑμῶν ἀποτινάσσετε εἰς μαρτύριον ἐπ᾽ αὐτούς.
Et quicumque non receperint vos,
exeuntes de civitate illa pulverem pedum vestrorum excutite in testimonium
supra illos.
Y cuando quiera que algunos no os
acogieran, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies para
testimonio contra ellos.
Usa, como Mateo, κονιορτὸν, pero
varía insertando la preposición ἀπὸ (“de”, indicando procedencia u origen), y cambiando
el verbo (ya no ἐκτινάσσω), sino ἀποτινάσσω, de
significado muy afín. Como Marcos añade el colofón εἰς
μαρτύριον, “como
testimonio”, pero varía y dice ἐπ᾽ αὐτούς, en lugar de αὐτοῖς.
El sacudir el polvo significa que no deben aceptar
“humilde y sumisamente” el rechazo, sino que deben exteriorizar el hecho de que
han sido despreciados, haciendo evidente la ruptura de la comunión que se ha
producido. Tienen que subrayar el hecho de que los que no han querido escuchar
se han perdido algo importante para sus vidas. En Marcos quizás sea un último
recurso para que los otros reaccionen todavía positivamente. En Mateo y Lucas
es un testimonio de condena ligado al juicio final. El rechazo de los
mensajeros es un rechazo de Jesús.
En el fondo, una persona sola se apega a lo que
tiene, no comparte lo suyo ni lo ajeno, busca asegurarse, y Jesús quiere que se
confíe más en la providencia de Dios y que se esté disponible a caminar libre,
sin ataduras. Por último, el envío termina con el “sacudirse el polvo de los pies”
porque la persona es tan libre que hasta puede rechazar la Buena Noticia. Hay
que sacudirse de lo negativo del camino para buscar nuevos horizontes. En este
sentido, todos podemos buscar la verdad, regresar a Dios, convertirnos, superar
la maldad con la acción del Espíritu Santo.
Jesús dice a sus enviados que si no es recibido el
mensaje, sacudan el polvo de sus pies y se vayan, y es claro que no quiere que
obliguen a nadie a aceptar el mensaje. Es más coherente con la «política de
Dios» ser menos en número – por ser celosamente respetuosos de la libertad
religiosa -, que ser más cuantitativamente a base de bajar el nivel de la
calidad evangélica de los métodos evangelizadores.
En otro pasaje de Lucas (10, 11):
εἰς ἣν δ᾽ ἂν πόλιν εἰσέλθητε καὶ μὴ δέχωνται ὑμᾶς, ἐξελθόντες εἰς τὰς πλατείας αὐτῆς εἴπατε Kαὶ τὸν κονιορτὸν τὸν κολληθέντα ἡμῖν ἐκ τῆς πόλεως ὑμῶν εἰς τοὺς πόδας ἀπομασσόμεθα ὑμῖν· πλὴν τοῦτο γινώσκετε ὅτι ἤγγικεν ἡ βασιλεία τοῦ Θεοῦ.
In quamcumque autem civitatem
intraveritis et non receperint vos, exeuntes in plateas eius dicite: Etiam
pulverem qui adhaesit nobis ad pedes de civitate vestra, extergimus in vos;
tamen hoc scitote, quia appropinquavit regnum Dei.
Y en la ciudad en la que entrareis y no
os recibieran, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo que se nos ha
pegado de vuestra ciudad a nuestros pies lo sacudimos sobre vosotros; sabed,
sin embargo, que está cerca el reino de Dios”.
la expresión se utiliza en el sentido de sentir que
se ha cumplido con el deber de predicar, aunque los oyentes no hayan cumplido
con el deber de seguir el camino predicado. Sacudirse el polvo significa, pues,
que se rompen las relaciones, aunque sin guardar malos recuerdos. La fe se
propone, no debe imponerse. En adelante, la responsabilidad no es de los que
han dado el mensaje, sino de los que no lo han aceptado. La frase final, sin
embargo, deja clara la predicación que se ha intentado transmitir.
Y llegamos a nuestro texto (Hechos 13, 51):
οἱ δὲ ᾿Ιουδαῖοι παρώτρυναν τὰς σεβομένας γυναῖκας τὰς εὐσχήμονας καὶ τοὺς πρώτους τῆς πόλεως, καὶ ἐπήγειραν διωγμὸν ἐπὶ τὸν Παῦλον καὶ Βαρναβᾶν, καὶ ἐξέβαλον αὐτοὺς ἀπὸ τῶν ὁρίων αὐτῶν. οἱ δὲ ἐκτιναξάμενοι τὸν κονιορτὸν τῶν ποδῶν ἐπ᾽ αὐτοὺς ἦλθον εἰς ᾿Ικόνιον, οἵ τε μαθηταὶ ἐπληροῦντο χαρᾶς καὶ Πνεύματος ῾Αγίου.
Iudaei autem concitaverunt mulieres
religiosas et honestas, et primos civitatis et excitaverunt persecutionem in
Paulum et Barnabam, et eiecerunt eos de finibus suis. At illi excusso pulvere
pedum in eos, venerunt Iconium; discipuli quoque replebantur gaudio et Spiritu
Sancto.
Pero los judíos incitaron a las mujeres
distinguidas, que adoraban a Dios, y a los principales de la ciudad, y
levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los arrojaron de su
territorio. Y éstos, habiendo sacudido el polvo de los pies contra ellos, se
fueron a Iconio; y los discípulos se llenaban de gozo y de Espíritu Santo.
Sacudir el polvo de sus pies no es,
pues, ningún tipo de venganza que los discípulos deberían tomar después de que
una ciudad se negara a oír el mensaje de la Jesús. Una actitud así no estaría
de acuerdo con otras de Jesús, que nos enseña a caminar una milla extra, a dar
la otra mejilla e incluso a amar a nuestro enemigos.
Lo que Jesús quería decir a sus discípulos con la
expresión “sacudirse el polvo de los pies” era que se deshicieran de la carga
emocional negativa que el rechazo les podía haber causado y que dejaran en la
propia ciudad todo sentimiento de rencor, ira o resentimiento causado por la experiencia
hostil. “Sacudirse el polvo de los pies” era la orden. Dejar en aquella etapa,
dejar atrás, aquello que podría impedirles de avanzar. El polvo de un camino
hostil debía quedar en el camino hostil, y así estarían libres para “avanzar”
por nuevos y libres caminos. Y así Pablo y Bernabé dejan Antioquía de Pisidia y
marchan a Iconio.
Ésa fue la experiencia de los discípulos, cuando
vivieron este mandamiento que Jesús les dio. En nuestro texto (Hechos 13, 51)
ellos se sacudieron el polvo de los pies de la ciudad que les rechaza, pero en
el siguiente versículo, después de haber sido obedientes y dejado atrás aquella
experiencia dolorosa, y una vez en un nuevo escenario (Iconio) se dice: “y los
discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”. Y a continuación
siguieron la jornada que les estaba propuesta, animados, con alegría, siendo
obedientes al Señor.
Ése es el sentido de la expresión.
Destacar también que en versículo 46 Lucas ha usado
un participio de aoristo bastante raro, que aparece muy poco en griego; tal vez
sólo en cinco ocasiones, además de la que nos ocupa. Dos en San Juan Crisóstomo,
justamente en sus Homilías sobre los Hechos de los Apóstoles al citar este
pasaje. Otra en Eusebio de Cesarea (De
martyribus Palaestinae 11, 7) y otra en la Historia Eclesiástica (IV, 9,
4) de Hermias Sozomenus.
Se trata
del participio de aoristo παρρησιασάμενοι, del verbo παρρησιάζομαι, que
significa “hablar con toda libertad, hablar con franqueza o sin
contemplaciones”, y que deriva del sustantivo παρρησία, que significa
“libertad de expresión, franqueza, sinceridad”
También Francisco de Asís experimentó en su Italia
natal el rechazo al Evangelio y obró según nos dicen los textos que hemos
estudiado:
A los siete días, un joven de
condición humilde, después de oír misa en San Jorge (era la fiesta de este
santo), se fue con ellos a Rivotorto, y Francisco lo recibió muy contento,
invitándolo a alegrarse por haber sido “elegido por Dios como caballero y
servidor suyo amado en la perfecta observancia del Evangelio”.Pocos días
después, ambos se fueron de gira “apostólica” por la Marca de Ancona, dejando a
todo el mundo perplejo por la manera extraña de vestir y de saludar y por su
aspecto desaliñado. Dos niños los tomaron por el “coco”, unos campesinos los
confundieron con hechiceros que embrujaban al ganado, las muchachas corrían
asustadas y la mayoría los tomaba por locos, más Francisco animaba a fray Gil,
anunciándole que la orden llegaría a ser como el pescador que saca la red llena
de peces y selecciona a los más grandes. En Gualdo Tadino fueron tan mal
recibidos, que Francisco no dudó en sacudirse el polvo de los pies, como dice
el Evangelio.
FIN
Esta bie como puedo para saber mas de ustedes
ResponderEliminarMil gracias por la explicación que profundo. Me lleno mucho Dios les bendiga
ResponderEliminarExcelente, profundo, completo!
ResponderEliminarLo que es Díos es nuestro . Gracias por compartir
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